Hoy nos desayunamos el aumento
del 100% de las dietas de los diputados y senadores nacionales. Mi primera
reacción fue la normal: atragantarse con el pan con manteca , tratar de hacerlo
correr con el feca recién hecho y escupír este último de lo caliente que
estaba. Bueno, no es tan normal representar un ejemplo de malos modales en la
mesa.
Volvamos a lo de los
legisladores. Seh, son más caraduras que el hombre de la máscara de Hierro
(sic). Su desfachatez para actuar rápida y unanimamente con esta ley y no con
miles de otras en carpeta hace mucho tiempo es todavía más repudiable.
Débiles de argumento para defender semejante
atropello a los argentinos, rechazo totalmente este aumento. Pero a su vez
digo: ¿Qué es eso de comparar a un político electo con el resto de los
empleados públicos? Está bien que policías, médicos y maestros brindan un
servicio público invalorable. Pero ellos NO SON ELEGIDOS POR EL PUEBLO.
Y justamente la mitad del pueblo
eligió al partido del Poder Ejecutivo que tiene la mayoría de representantes en
ambas cámaras. Y así caemos en la frase hecha pero no por eso mentirosa, de que
el pueblo tiene el gobierno que se merece.
El día de hoy la sensación de
hipocresía creció más que proporcionalmente a la de inseguridad. Porque si el
100% de los argentinos no está de acuerdo con este aumento, existe una mitad
que la votó y que ahora se calla. Que se chupen este gobierno que dice ser
nacional y popular y mete estos aumentos escandalosos, gases lacrimógenos a su
gente y tira humo con olor a los 600 muertos de Malvina. Pero, cuando lo hagan,
traten de no atragantarse como yo con mi desayuno.
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